Voy a inventarme otra
realidad que me invite a participar en la fiesta de la que no he sido invitada.
Tú sonreías a la cámara, la música rellenaba el hueco de los altavoces con
notas acertadas para acariciar el corazón más lejano. Yo de frente, mirándote a
ti, porque el desamor no me había apuñalado. Todavía. Nunca debí cubrirme de
escarcha, ocultándome tras el velo del ayer. No volverán las golondrinas a
respirar en sus nidos. El tiempo, que pasa frenético, las ha acabado ahogando en
el estanque del recuerdo opaco. Estás con otra o eso es lo que me parece vislumbrar
entre las fotos de tu muro. Es ella tan diferente a mí o, yo tan parecida a
ella, que las sombras femeninas desencajan mi cara por el asombro sufrido.
Otra mañana. Así es como
transcurre la mañana monótona. Observándote, bajando la mirada, preparándote lo
que queda del desayuno. Callada. Y esas mariposas ya estancadas pueden llegar a
ser crueles porque ya no sienten. Sin valor por abandonarte. Así estoy,
desnudándome y encajando en la maleta para meterme en su interior. Vacaciones. Tiempo libre para salir de la
rutina del pensar, para desaparecer sin dejar huella. Antes he olfateado tus
zapatillas por última vez y te he dejado el periódico con la noticia que el
abandono perruno se incrementa en esas fechas. No te olvides de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario